Alfonso Álvarez de Villasandino
Quien de linda se enamora
Atender debe perdón
En caso que sea mora.
El amor e la ventura
Me hicieron ir mirar
Muy graciosa criatura
De linaje de Agar;
Quien hablare verdat pura,
Bien puede decir que non
Tiene talle de pastora.
Linda rosa muy suave
Vi plantada en un vergel,
Puesta so secreta llave
De la linia de Ismael:
Maguer sea cosa grave,
Con todo mi corazón
La recibo por señora.
Mahomad el atrevido
Ordenó que fuese tal,
De aseo noble, complido,
Albos pechos de cristal:
De alabastro muy broñido
Debié ser con grant razón
Lo que cubre su alcandora.
Dióle tanta hermosura
Que lo non puedo decir;
Cuantos miran su figura
Todos la aman servir.
Con lindeza e apostura
Vence a todas cuantas son
De alcuña, donde mora.
Non sé hombre tan guardado
Que viese su resplandor,
Que non fuese conquistado
En un punto de su amor.
Por haber tal gasajado
Yo pornía en condición
La mía alma pecadora.
alcandora.(Del ár. hisp. alqandúra, y este del persa qanture).
1. f. p. us. Vestidura a modo de camisa, o la camisa misma.
Maguer: aunque
Alcuña: alcurnia
Cosante
Diego Hurtado de
Mendoza
(1364-1404) (padre
del marqués de Santillana)
A aquel árbol que
mueve la hoja
Algo se le antoja.
Aquel árbol del
bel mirar
Hace de maniera
flores quiere dar:
Algo se le antoja.
Aquel árbol del
bel veyer
Hace de maniera
quiere florecer:
Algo se le antoja.
Hace de maniera
quiere florecer:
Ya se demuestra;
salidlas a ver:
Algo se le antoja.
Ya se demuestra;
salidlas a mirar.
Vengan las damas
las frutas cortar:
Algo se le antoja.
Ya se demuestra:
venidlas a ver;
Vengan las damas
las frutas coger:
Algo se le antoja.
Serranilla
Marqués de
Santillana
(1398-1458) (nació
en Carrión de los condes, Palencia)
Moza tan fermosa
Non vi en la
frontera,
Como una vaquera
De la Finojosa
Faciendo la vía
Del Calatraveño
A Santa María,
Vencido del sueño
Por tierra fragosa
Perdí la carrera,
do vi la vaquera
De la Finojosa.
En un verde Prado
De rosas eflores,
Guardando ganado
Con otros
pastores,
La vi tan graciosa
Que apenas creyera
Que fuese vaquera
De la Finojosa.
Non creo las rosas
De la primavera
Sean tan fermosas
Nin de tal manera,
Fablando sin
glosa,
Si antes sopiera
D’aquella vaquera
De la Finojosa.
Non tanto mirara
Su mecha beldad,
Porque me dejara
En mi libertad.
Mas dije: “Donosa
(Por saber
quiénera),
¿Dónde es la
vaquera
De la
Finojosa...?”
Bien como riendo
Dijo: “Bien
vengades;
Que yo bien
entiendo
Lo que
demandadaes:
Non es deseosa
De amar, nin lo
espera,
Aquesa vaquera
De la Finojosa”.
Romance de GERINELDO Y LA INFANTA
Gerineldo era un
buen mozo,
siervo del rey muy
querido.
Cuando sale del
palacio,
de hacer allí su
servicio,
en la puerta del
palacio
la infanta lo ha
perseguido:
- Gerineldo,
Gerineldo,
mi Gerineldo
querido,
¡quién te pillara
esta noche
tres horas de mi
albedrío!
- No se burle la
señora
que criado vuestro
he sido.
- No me burlo,
Gerineldo,
que de veras te lo
digo.
- Y ¿a qué hora,
gran señora
se cumple lo
prometido?
- Entre las doce y
la una,
cuando el rey esté
dormido.
Daba vueltas
Gerineldo
daba vueltas al
castillo.
Y cuando ya
comprendió
que el rey estaba
dormido
con pasito
sigiloso
al cuarto la
infanta ha ido.
La infanta que lo
aguardaba:
- ¿Quién ha sido
el atrevido?
- Gerineldo es,
gran señora,
que vengo a lo
prometido.
Lo ha cogido de la
mano
y a su cama lo ha
subido.
Se pusieron a
luchar
como mujer y
marido.
Con el trote de la
lucha
los dos se quedan
dormidos.
Llama el rey a
Gerineldo
que le alargue su
vestido.
Y unos dicen: no
está en casa;
y otros dicen: no
ha salido.
Y el rey, que lo
sospechaba,
al cuarto la
infanta ha ido.
Y si mato a
Gerineldo,
tanto como lo he
querido,
tan bien que me
había
| servido.
Y si mato a la
princesa
queda mi reino
perdido.
Yo le meterémi
espada
pa que sirva de
testigo.
Con el frío de la
espada
la infanta se ha
estremecido:
- ¡Despiértate,
Gerineldo,
mi Gerineldo
querido,
que la espada de
mi padre
con nosotros ha
dormido!
- ¡Y qué podré
hacer yo ahora
que no sea
conocido!
Me marcho por los
jardines
a pisar rosas y
lirios.
- No te asustes,
Gerineldo
y vuelve ya a tu
servicio.
Gerineldo fue ante
el rey
y la infanta lo ha
seguido.
– Perdónalo, padre
mío,
ya sabes lo
sucedido.
Solamente yo deseo
me lo otorguéis
por marido.
Y el rey, que lo
deseaba,
el permiso ha
concedido.
- Y así tendré
Gerineldo
un hijo más muy
querido.
Y celebraron su
boda
muy llenos de
regocijo.
Romance del enamorado y la Muerte (anónimo)
Un sueño soñaba
anoche,
soñito del alma
mía,
soñaba con mis
amores,
que en mis brazos
los tenía.
Vi entrar señora
tan blanca,
muy más que la
nieve fría.
¿Por dónde has
entrado, amor?
¿Cómo has entrado,
mi vida?
Las puertas están
cerradas,
ventanas y
celosías.
-No soy el amor,
amante:
la Muerte que Dios
te envía.
-Ay, Muerte tan
rigurosa,
déjame vivir un
día!
-Un día no puede
ser,
una hora tienes de
vida.
Muy de prisa se
calzaba,
más de prisa se
vestía;
ya se va para la
calle,
en donde su amor
vivía.
-¿Ábreme la
puerta, blanca,
ábreme la puerta,
niña!
-¿Cómo te podré yo
abrir
si la ocasión no
es venida?
Mi padre no fue al
palacio,
mi madre no está
dormida.
-Si no me abres
esta noche,
ya no me abrirás,
querida;
la Muerte me está
buscando,
junto a ti vida
sería.
-Vete bajo la
ventana
donde labraba y
cosía,
te echaré cordón
de seda
para que subas
arriba,
y si el cordón no
alcanzare,
mis trenzas
añadiría.
La fina seda se
rompe;
la Muerte que allí
venía:
-Vamos, el
enamorado,
la hora ya está
cumplida.
ROMANCE DE LA GUIRNALDA
—“Esa guirnalda de
rosas,
hija, ¿quién te la
endonara?”
—“Donómela un
caballero
que por mi puerta
pasara;
tomárame por la
mano,
a su casa me
llevara,
en un portalico
oscuro
conmigo se
deleitara,
echóme en cama de
rosas
en la cual nunca
fui echada,
hízome —no sé qué
hizo—
que d’él vengo
enamorada;
traigo, madre, la
camisa
de sangre toda
manchada.”
—“¡Oh sobresalto rabioso,
que mi ánima es
turbada!
Si dices verdad,
mi hija,
Tu honra no vale
nada;
Que la gente es
maldiciente,
Luego serás
deshonrada.”
—“Calledes, madre,
calledes,
calléis, madre muy
amada.
Que más vale un
buen amigo
Que no ser mal
maridada.
Dame el buen
amigo, madre,
Buen martillo y
buena saya:
La que cobra mal
marido
Vive
malaventurada.”
—“Hija, pues
queréis así,
Tú contenta, yo
pagada.”
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