27.11.11

Generación del '98

Introducción. El año de 1898 y la crisis española
Fernando Montesdeoca

Los escritores no tuvieron la culpa. O no directamente al menos.
Se le llama generación del ’98 a un conjunto de escritores españoles diversos entre sí que, sin embargo, compartieron algunas características en sus obras.
Se le llama Generación del ’98 porque dentro del contexto de una época de crisis generalizada en España, en ese año ocurre un acontecimiento contundente: España pierde sus último territorios americanos.
¿Cómo los pierde? En una guerra con el país equivocado: Estados Unidos. Claro que Estados Unidos no era aún la potencia que es ahora; y España, por desgracia, ya no era la potencia que había sido antes.
¿Por qué empezó la guerra? Porque Cuba, que aún era colonia española, inició, desde 1895, un proceso para independizarse de España, que reprimió el levantamiento. Estados Unidos, según esto, se preocupó por las injusticias y los derechos humanas y todas esas cuestiones que siempre dicen defender: la libertad, la autodeterminación de los pueblos, los derechos, en fin; así que mandó un barco de guerra a echar un ojo por ahí, también porque había negocios y ciudadanos americanos viviendo en Cuba, y bueno, eran sus intereses. El chiste es que de repente, quién sabe por qué, quién sabe de dónde, hubo una explosión y el barco se hundió. Era un barco de guerra, el Maine, y que no que quién fue y que cómo y que quién se quedó dormido y todo eso, y pues no: resulta que investigaron y que habían puesto una mina desde afuera. ¿Quién?, se preguntaron los gringos. ¿Quién? Pues los españoles. Hicieron escándalo y declararon la guerra. Los españoles dijeron que no. Que la explosión se había originado desde adentro del barco y que no tenían nada que ver. ¿A quién creerle?
Claro, ya que los Estados Unidos ganaron la guerra, que duró unos tres meses, se quedaron, como indemnización, con los territorios de las Filipinas, Puerto Rico y Guam. A lo mejor se pregunta, pero ¿cómo?, ¿si el pleito era en Cuba que tienen que ver esos lugares? Antes del conflicto Estados Unidos había querido comprar las islas de Cuba y Puerto Rico sin conseguirlo. Al final con la guerra consiguió más. De todos modos no se quedó con Cuba, que a partir de entonces consolidó su independencia de España. Hoy todavía Puerto Rico es territorio de los Estados Unidos y por eso los portorriqueños pueden irse a Estados Unidos sin problemas, porque son ciudadanos. Ya allá parece que hacen mafias, delincuencia y otras cosas, pero bueno, no todo les sale siempre bien a los gringos. Hay portorriqueños, además, que son buenos ciudadanos, ¿no? Guam sigue siendo territorio de Estados Unidos, sólo que a diferencia de Puerto Rico y Cuba, que están en el Golfo de México, Guam se encuentra en el Pacífico, igual que Filipinas. Después de la segunda guerra mundial Filipinas se convirtió en una república independiente.
En cuanto a la época de inestabilidad que afecta a España, y a la forma de ver y expresarse de los escritores de la generación del ’98, se conoce, de manera general como La Regencia, y abarca del año 1885, en que muere el rey Alfonso XII, hasta la mayoría de edad de su hijo, Alfonso XIII, que en 1902 sube al trono. La regencia es la forma de gobierno en la cual María Cristina de Hasburgo, viuda de Alfonso XII, y embarazada, ocupa el papel de reina regente, en ausencia de un sucesor legítimo. De todos modos no gobierna ella de modo directo, sino a través de diversos partidos políticos que se sucedieron en el poder. La crisis española no corresponde exclusivamente a este periodo, sino que tiene antecedentes y se continúa más allá de la regencia hasta la Guerra Civil Española de los años ’30 que culmina en el franquismo.

María Cristina de Hasburgo, viuda de Alfonso XII, embarazada, sube al poder como reina regente gobierno por turno de partidos , conflicto con otros partidos y fuerzas políticas sistema de partidos apoyar a la regente, extranjera y sin experiencia
se refiere a una época de crisis general en España Esta generación de escritores españoles se refiere al año de 1898. La fecha se refiere al año en que España entró en guerra con los Estados Unidos por la disputa de algunas colonias americanas. España perdió en esta guerra y perdió con ella las colonias.
Así que el año de 1898 resulta un año simbólico del proceso general de crisis y decadencia de la sociedad española, por la pérdida material de los últimos territorios americanos. Se puede decir que es el acontecimiento crítico más notorio.

1. Antecedentes literarios. Romanticismo

Son muchos. Primero está el Romanticismo. Este movimiento tiene antecedentes literarios desde el siglo XVIII, en lo que se conoce como prerromanticismo, el cual se manifiesta, por ejemplo, en el género de la novela sentimental, como La nueva Eloísa, de Jean-Jacques Rousseau, el mismo autor de El contrato social. Otra novela sentimental de la misma época es Pamela o la virtud recompensada, de Samuel Richardson, en Inglaterra. También del siglo XVIII, en Inglaterra, y como antecedente de la literatura romántica de horror, está la novela gótica El castillo de Otranto, de Horace Walpole.

La aparición de características de tendencias románticas en el arte tiene que ver con la aparición gradual de nuevas formas de vida social que, en el caso de la literatura, da lugar a un nuevo público lector.
Estos nuevos públicos emergen en la medida en que la burguesía se extiende y alcanza niveles de vida más altos. El desarrollo de esta clase social coincide, como se sabe, con la Revolución Industrial en Inglaterra. La escala de valores estéticos se orienta hacia la verdad subjetiva, la sensibilidad, la intimidad y también, la forma naturalista de expresión, que a diferencia del simbolismo y la grandeza del arte aristocrático, busca los detalles espontáneos de la vida cotidiana. Por eso surgen en la novela el género sentimental y costumbrista, que al mismo tiempo tiene intenciones moralizantes. Sin embargo, también surgen las historias de horror que buscan provocar sorpresa frente a lo extraordinario, las cuales reflejan una visión decadente.
Durante el siglo XVIII hay dos tendencias que se oponen al modelo aristocrático y monárquico: por un lado el prerromanticismo, y por el otro la Ilustración. Ambos cuestionan, desde dos puntos de vista distintos al sistema monárquico. El primero desde el irracionalismo de la emoción y la intimidad; el segundo desde la razón. En Francia los principales exponentes de estas tendencias son, respectivamente, Voltaire y Rousseau.
En Francia, por ejemplo con Moliere, surge el drama burgués en oposición al modelo de la tragedia clásica, que se identificaba con la aristocracia y con el suntuoso arte barroco.
La Revolución Francesa, sin embargo, representa una ruptura y el prerromanticismo no se continúa propiamente en el Romanticismo, aunque prepara el camino para la aparición de éste. Lo que sucede con la revolución es que se presenta un nuevo sentido del mundo que adquiere características propias del sistema burgués, basado en el liberalismo económico, las ideas democráticas y de igualdad, así como el individualismo. A partir de entonces se madura la idea de la libertad del artista, que es un concepto nuevo. Inicialmente surge entre clasicistas, ya que clasicista fue el arte de la revolución, pero conforme avanza el siglo XIX el romanticismo se define con más claridad y se convierte en el elemento progresista de la época.
Inicialmente, los primeros “románticos”, en tanto que celebran los ideales de la revolución y la nueva concepción de sociedad y de ser humano, son los neoclasicistas. Pronto, conforme pasa el entusiasmo inicial y se hace evidente que los beneficios de los ideales revolucionarios están destinados a un sector privilegiado de la sociedad, los artistas se alejan de la celebración patriota y libertaria, dando lugar a una tendencia al desprecio por la realidad social, y se refugia en una concepción idealizada, que se fuga hacia sus temas predilectos:

§ El pasado idealizado
§ La utopía
§ Lo inconsciente
§ Lo fantástico
§ El horror
§ Lo misterioso
§ La niñez
§ El sueño
§ La locura
§ La noche
§ La soledad

En coincidencia con esta postura crea la ilusión de una existencia estética utópica, en su intento por adaptar la vida al arte, de tal modo que el romántico tiende a adaptar la vida al arte. Construye su propia ficción, su propia leyenda, a veces negra, y la vive en carne propia.
En su escape de la realidad, sin embargo, es decir, en su sentirse extraño al mundo, y buscar por tanto lo lejano, lo fantástico, el pasado, lo exótico, sin alcanzarlo nunca del todo, siente nostalgia por esos mundos y no acaba por pertenecer a ninguno. Una ironía romántica consiste en que el artista es conciente de lo ficticio de la representación, es decir, sabe que vive un autoengaño, y en la búsqueda de un escape más convincente, en la evolución del romanticismo, busca la anestesia y la embriaguez de los sentidos para dejsrse llevar más profundamente en una ilusión inconsciente. En todos aspectos, el Romanticismo del siglo XIX posterior a la Revolución Francesa, es un salto hacia lo irracional.
Así crece la leyenda del artista romántico, al margen del mundo utilitario burgués, de su moral conservadora y mesurada, y del respeto por las normas sociales. El artista romántico se auto exila del Contrato Social y se convierte en un orgulloso marginado, más grande que la sociedad con respecto a la cual es un ser extraño.
En España y en Latinoamérica el Romanticismo se define, sobre todo, hacia el sentimentalismo de la relación amorosa. Retoma el ideal del amor caballeresco, siempre insatisfecho de sus propios méritos para alcanzar a la amada, que o ya ha muerto, o no le corresponde, o no se atreve a acercarse a ella. La amada suele encontrarse entonces en el mundo de los sueños, en el pasado o en el futuro, o en lugares inaccesibles, ya sea por su ubicación física, o por su condición de clase. A diferencia del caballero andante, los esfuerzos del romántico por alcanzar a su objeto son inútiles. El mérito se encuentra en su sufrimiento y en su impotencia.
¿Pero es siempre así? No del todo. Sobre todo sería necesario revisar con cuidado las producciones literarias del periodo en Latinoamérica y España. Está el caso, por ejemplo, del Don Juan, de Zorrilla, que es romántico, en donde su personaje se salva finalmente gracias al amor de doña Inés. El Don Juan original, que no es romántico, en cambio, se lleva a don Juan al infierno. El tema de esta obra tiene, sin embargo, un trasfondo muy romántico: a pesar de que don Juan hace suyas a las doncellas que corteja, no se enamora de ninguna. Nada más las utiliza para engrandecer su prestigio y para satisfacer su placer, pero, en cierto modo, nunca las alcanza. El amor, que aparentemente persigue no le está destinado. Hasta aquí don Juan coincidiría con el rasgo básico del romanticismo sentimental en lengua española, pero Zorrilla le concede, sin embargo, realizarse, y salvarse del infierno en el amor de doña Inés, aunque (rasgo romántico), no en el mundo de los vivos, sino en el más allá.
Si quieres información detallada del prerromanticismo y Romanticismo te recomiendo que consultes La historia Social de la Literatura y el Arte, de Arnold Hausser, en los capítulos que corresponden a esos temas. Otro autor que ha estudiado de manera detallado al Romanticismo es Harold Bloom, quien tiene diversos textos al respecto, y algunos los puedes encontrar en internet.

También está el link siguiente sobre características del romanticismo. Te voy a pedir que entres al sitio y tomes notas en tu cuaderno de los datos que ahí se mencionan:

http://www.ale.uji.es/romuniv.htm#Ilustración

En los archivos siguientes subiré textos románticos representativos, no sólo del romanticismo español e hispanoamericano, sino de otros países para que llevemos a cabo una comparación de características, par continuar después con los otros antecedentes que tienen que ver con la Generación del ’98, que es nuestro tema central.

Cantares / Generación del 98

Antonio Machado

I

Nunca perseguí la gloria
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles
como pompas de jabón.
Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse.

II

¿Para qué llamar caminos
a los surcos del azar?...
Todo el que camina anda,
como Jesús, sobre el mar.

III

A quien nos justifica nuestra desconfianza
llamamos enemigo, ladrón de una esperanza.
Jamás perdona el necio si ve la nuez vacía
que dio a cascar al diente de la sabiduría.

IV

Nuestras horas son minutos
cuando esperamos saber,
y siglos cuando sabemos
lo que se puede aprender.

V

Ni vale nada el fruto
cogido sin sazón...
Ni aunque te elogie un bruto
ha de tener razón.

VI

De lo que llaman los hombres
virtud, justicia y bondad,
una mitad es envidia,
y la otra, no es caridad.

VII

Yo he visto garras fieras en las pulidas manos;
conozco grajos mélicos y líricos marranos...
El más truhán se lleva la mano al corazón,
y el bruto más espeso se carga de razón.

VIII

En preguntar lo que sabes
el tiempo no has de perder..
Y a preguntas sin respuesta
¿quién te podrá responder?

IX

El hombre, a quien el hambre de la rapiña acucia,
de ingénita malicia y natural astucia,
formó la inteligencia y acaparó la tierra.
¡Y aun la verdad proclama! ¡Supremo ardid de guerra!

X

La envidia de la virtud
hizo a Caín criminal.
¡Gloria a Caín! Hoy el vicio
es lo que se envidia más.

XI

La mano del piadoso nos quita siempre honor;
mas nunca ofende al damos su mano el lidiador.
Virtud es fortaleza, ser bueno es ser valiente;
escudo, espada y maza llevar bajo la frente
porque el valor honrado de todas armas viste:
no sólo para, hiere, y más que aguarda, embiste.
Que la piqueta arruine, y el látigo flagele;
la fragua ablande el hierro, la lima pula y gaste,
y que el buril burile, y que el cincel cincele,
la espada punce y hienda y el gran martillo aplaste.


XII

¡Ojos que a luz se abrieron
un día para, después,
ciegos tornar a la tierra,
hartos de mirar sin ver!

XIII

Es el mejor de los buenos
quien sabe que en esta vida
todo es cuestión de medida:
un poco más, algo menos...

XIV

Virtud es la alegría que alivia el corazón
más grave y desarruga el ceño de Catón.
El bueno es el que guarda, cual venta del camino,
para el sediento el agua, para el borracho el vino.

XV

Cantad conmigo en coro: Saber, nada sabemos,
de arcano mar vinimos, a ignota mar iremos...
Y entre los dos misterios está el enigma grave;
tres arcas cierra una desconocida llave.
La luz nada ilumina y el sabio nada enseña.
¿Qué dice la palabra? ¿Qué el agua de la peña?

XVI

El hombre es por natura la bestia paradójica,
un animal absurdo que necesita lógica.
Creó de nada un mundo y, su obra terminada,
«Ya estoy en el secreto -se dijo-, todo es nada.»

XVII

El hombre sólo es rico en hipocresía.
En sus diez mil disfraces para engañar confía;
y con la doble llave que guarda su mansión
para la ajena hace ganzúa de ladrón.

XVIII

¡Ah, cuando yo era niño
soñaba con los héroes de la Ilíada!
Ayax era más fuerte que Diómedes,
Héctor, más fuerte que Ayax,
y Aquiles el más fuerte; porque era
el más fuerte... ¡Inocencias de la infancia!
¡Ah, cuando yo era niño
soñaba con los héroes de la Ilíada!

XIX

El casca-nueces-vacías,
Colón de cien vanidades,
vive de supercherías
que vende como verdades.

XX

¡Teresa, alma de fuego,
Juan de la Cruz, espíritu de llama
por aquí hay mucho frío, padres, nuestros
corazoncitos de Jesús se apagan!

XXI

Ayer soñé que veía
a Dios y que a Dios hablaba;
y soñé que Dios me oía...
Después soñé que soñaba.


XXII

Cosas de hombres y mujeres,
los amoríos de ayer,
casi los tengo olvidados,
si fueron alguna vez.

XXIII

No extrañéis, dulces amigos,
que esté mi frente arrugada;
yo vivo en paz con los hombres
y en guerra con mis entrañas.

XXIV

De diez cabezas, nueve
embisten y una piensa.
Nunca extrañéis que un bruto
se descuerne luchando por la idea.

XXV

Las abejas de las flores
sacan miel, y melodía
del amor, los ruiseñores;
Dante y yo -perdón, señores-,
trocamos -perdón, Lucía-,
el amor en Teología.

XXVI

Poned sobre los campos
un carbonero, un sabio y un poeta.
Veréis cómo el poeta admira y calla,
el sabio mira y piensa...
Seguramente, el carbonero busca
las moras o las setas.
LlevadIos al teatro
y sólo el carbonero no bosteza.
Quien prefiere lo vivo a lo pintado
es el hombre que piensa, canta o sueña.
El carbonero tiene
llena de fantasías la cabeza.

XXVII

¿Dónde está la utilidad
de nuestras utilidades?
Volvamos a la verdad:
vanidad de vanidades.

XXVIII

Todo hombre tiene dos
batallas que pelear:
en sueños lucha con Dios;
y despierto, con el mar.

XXIX

Caminante, son tus huellas
el camino, y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino,
sino estelas en la mar.

XXX

El que espera desespera,
dice la voz popular.
¡Qué verdad tan verdadera!

La verdad es lo que es,
y sigue siendo verdad
aunque se piense al revés.

XXXI

Corazón, ayer sonoro,
¿ya no suena
tu monedilla de oro?
Tu alcancía,
antes que el tiempo la rompa,
¿se irá quedando vacía?
Confiemos
en que no será verdad
nada de lo que sabemos.


XXXII

¡Oh fe del meditabundo!
¡Oh fe después del pensar!
Sólo si viene un corazón al mundo
rebosa el vaso humano y se hincha el mar.

XXXIII

Soñé a Dios como una fragua
de fuego, que ablanda el hierro,
como un forjador de espadas,
como un bruñidor de aceros,
que iba firmando en las hojas
de luz: Libertad. -Imperio.

XXIV

Yo amo a jesús, que nos dijo
Cielo y tierra pasarán.
Cuando cielo y tierra pasen
mi palabra quedará.
¿Cuál fue, jesús, tu palabra?
¿Amor? ¿Perdón? ¿Caridad?
Todas tus palabras fueron
una palabra: Velad.

XXXV

Hay dos modos de conciencia:
una es luz, y otra, paciencia.
Una estriba en alumbrar
un poquito el hondo mar;
otra, en hacer penitencia
con caña o red, y esperar
el pez, como pescador.
Dime tú. ¿Cuál es mejor?
¿Conciencia de visionario
que mira en el hondo acuario
peces vivos,
fugitivos,
que no se pueden pescar,
o esa maldita faena
de ir arrojando a la arena,
muertos, los peces del mar?

XXXVI

Fe empirista. Ni somos ni seremos.
Todo nuestro vivir es emprestado.
Nada trajimos; nada llevaremos.

XXXVII

¿Dices que nada se crea?
No te importe, con el barro
de la tierra, haz una copa
para que beba tu hermano.

XXXVIII

¿Dices que nada se crea?
Alfarero, a tus cacharros.
Haz tu copa y no te importe
si no puedes hacer barro.

XXIX
Dicen que el ave divina
trocada en pobre gallina,
por obra de las tijeras
de aquel sabio profesor
(fue Kant un esquilador
de las aves altaneras;
toda su filosofia,
un sport de cetrería),
dicen que quiere saltar
las tapias del corralón,
y volar
otra vez, hacia Platón.
¡Hurra! ¡Sea!
¡Feliz será quien lo vea!


XL

Sí, cada uno y todos sobre la tierra iguales:
el ómnibus que arrastran dos pencos matalones,
por el camino, a tumbos, hacia las estaciones,
el ómnibus completo de viajeros banales,
y en medio un hombre mudo, hipocondríaco, austero,
a quien se cuentan cosas y a quien se ofrece vino...
Y allá, cuando se llegue, ¿descenderá un viajero
no más? ¿O habránse todos quedado en el camino?

XLI

Bueno es saber que los vasos
nos sirven para beber;
lo malo es que no sabemos
para qué sirve la sed.

XLII

¿Dices que nada se pierde?
Si esta copa de cristal
se me rompe, nunca en ella
beberé, nunca jamás.

XLIII

Dices que nada se pierde,
y acaso dices verdad;
pero todo lo perdemos
y todo nos perderá.

XLIV

Todo pasa y todo queda;
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre la mar.

XLV

Morir.. ¿Caer como gota
de mar en el mar inmenso?
¿O ser lo que nunca ha sido:
uno, sin sombra y sin sueño,
un solitano que avanza
sin camino y sin espejo?

XLVI

Anoche soné que oía
a Dios, gritándome: ¡Alerta!
Luego era Dios quien dormía,
y yo gritaba: ¡Despierta!

XLVII

Cuatro cosas tiene el hombre
que no sirven en la mar:
ancla, gobernalle y remos,
y miedo de naufragar.


Mirando mi calavera
un nuevo Hamlet dirá:
He aquí un lindo fósil de una
careta de carnaval.

XLIX

Ya noto, al paso que me torno viejo,
que en el inmenso espejo,
donde orgulloso me miraba un día,
era el azogue lo que yo ponía.
Al espejo del fondo de mi casa
una mano fatal
ya rayendo el azogue, y todo pasa
por él como la luz por el cristal.

L

-Nuestro español bosteza.
¿Es hambre? ¿Sueño? ¿Hastío?
Doctor, ¿tendrá el estómago vacío?
-El vacío es más bien en la cabeza.

LI

Luz del alma, luz divina,
faro, antorcha, estrella, sol...
Un hombre a tientas camina;
lleva a la espalda un farol.

LII

Discutiendo están dos mozos
si a la fiesta del lugar
irán por la carretera
o campo atraviesa irán.
Discutiendo y disputando
empiezan a pelear.
Ya con las trancas de pino
furiosos golpes se dan;
ya se tiran de las barbas,
que se las quieren pelar.
Ha pasado un carretero,
que va cantando un cantar:
«Romero, para ir a Roma,
lo que importa es caminar;
a Roma por todas partes,
por todas partes se va.»

LIII
Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza,
entre una España que muere
y otra España que bosteza.
Españolito que vienes
al mundo, te guarde Dios.
Una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.