5.9.12

Época Romana.

Poco antes "de la era cristiana, casi toda la península ibérica estaba en poder de los romanos. No habían muerto todas las lenguas prerromanas, pero el dominio del latín estaba ya bien afirmado" (Alatorre, Antonio, 1979, p.31)

"La conquista de Hispania marcó el comienzo del la expansión del poderío romano fuera del territorio de la península itálica" (Ibid, p.31)

"...La religión pagana fue siendo sustituida lentamente por la cristiana, hasta que en el año 313, bajo Constantino, la cristiana pasó a ser la religión oficial del imperio" (Ibid, p.32)

La Romania

"La porción del imperio en que predominó la lengua de Roma se llama Romania (...) La Romania actual abarca sólo cinco naciones europeas (Portugal, España, Francia, Italia y Rumania) y pedazos de otras dos (Bélgica y Suiza). Pero en los primeros siglos de nuestra era incluía un territorio mucho más amplio." (Ibid, p.33)


Hispania

"En Hispania nacieron dos de los sucesores de Augusto, famosos por la prosperidad que dieron al imperio a fines del siglo I y comienzos del II d.C.: Trajano y Adriano." (Ibid, p.35)

"La literatura latina ostenta nombres de grandes escritores hispanos (...). Los más antiguos son dos retóricos o maestros de la elocuencia, Porcio Latrón y Séneca el Viejo, y un tratadista de mitología, Higinio, bibliotecario de Augusto. Después (...): Séneca el joven, preceptor de Nerón ,autor de tragedias y de obras filosóficas; su sobrino Lucano, que en la Farsalia narró épicamente la pugna entre César y Pompeyo; Marcial, maestro del epigrama; Quintiliano, el máximo compilador de la doctrina retórica aprendida de los griegos; Pomponio Mela, geógrafo; Columela, tratadista de agricultura (...). ...un polemista famoso, Osio de Córdoba, gran impugnador de la "herejía" de Arrio y a dos excelentes poetas, Juvencio y Prudencio, el segundo de los cuales (...) cantó a los mártires del cristianismo y celebró las virtudes de la nueva religión." (Ibid, p.37)

Latín clásico y latín vulgar

El latín literario tuvo desde sus principios leyes especiales, que incluían una importante influencia griega, tanto en el vocabulario, como en la sintaxis y la estructura del pensamiento. Muy pronto se diferenciaron cultura superior y cultura del vulgo. (Ibid, p.38)

El español y las demás lenguas romances proceden del vulgo. (2a, p.38)

"La lengua literaria se había petrificado mientras la lengua popular seguía su marcha..."
(2a, p.38)

"El latín vulgar se puede llamar también protorromance." (2a, p.40)

Época visigótica

Época visigótica

"... a comienzos del siglo VI los visigodos, expulsados de Tolosa por los francos, pasaron a lo que ahora es Cataluña y de allí al resto de España. (...) Los visigodos ocuparon prácticamente toda la península a lo largo de dos siglos, fijaron su capital en Toledo y acabaron por romper todo lazo con Roma." (2a, p.66)

"... el cristianismo de los visigodos, como el de gran parte de los pobladores de la parte oriental del imperio, era un cristianismo 'arriano', o sea herético desde el punto de vista de la iglesia romana. (Arrio, griego alejandrino, prácticamente negaba la divinidad de Jesucristo...)" (2a, p.66)

Reyes visigodos como Recaredo y Recesvinto consiguieron la unidad política y religiosa de España, por eso "después de la invasión árabe los caudillos de la reconquista tuvieron como meta política la restauración del reino visigodo" (2a, p.67)

la lengua que los visigodos usaron al pasar a España fue el latín. "...los reyes Chindasvinto y Recesvinto emprendieron en la segunda mitad del siglo VII una gran recopilación de leyes en que amalgamaron los usos germánicos con los romanos." (2a, p.67). Esta recopilación se escribió en latín Y se llamaba Forum Júdicum ("Fuero de los jueces", normas a que han de atenerse los jueces). En la lengua hablada se le conoció como Fuero Juzgo. Esta recopilación "ha venido a ser una de las fuentes imprescindibles para el estudio de las instituciones medievales..." (2a, p.67)


Algunas palabras de origen visigodo:

toldo sala banco jabón toalla guante fieltro falda sopa tapa estaca tejón ganso blanco gris agasajo compañía.

Época árabe

El zéjel y la moaxaja

La poesía andalusí se plasmó mediante el zéjel y la moaxaja, relacionados con la música. La prosodia no clásica del zéjel (en árabe zaÿal "melodía"), que quebró la rígida estructura de la casida, constituye una contribución mayor de al-Andalus a la poesía islámica árabe. Su esquema más común se basa en un estribillo o jarcha ("salida") asonantado, sin número de fijo de versos, y una mudanza de cuatro versos, el último de los cuales rima con el estribillo.
El más importante de los poetas hispanomusulmanes que cultivaron el zéjel fue Ibn Quzmán (m. 1159), que introdujo el árabe vulgar y dialectal en lo que hasta entonces era un bastión del árabe literario. El zéjel estuvo vinculado al canto y la música y fue utilizado en numerosas cantigas galaico-portuguesas. También en la poesía provenzal se han encontrado estrofas con el mismo esquema métrico, todo lo cual hace pensar en que muy probablemente el zéjel estimuló la aparición de una lírica escrita ya en las distintas lenguas románicas.
La moaxaja (en árabe muwashshahat) es un poema de cinco o más estrofas que comprende un estribillo inicial o refrán, al que siguen tres versos con su propia rima y dos más que reproducen las rimas del estribillo inicial.
Los maestros más grandes de la moaxaja fueron el cordobés Ibn Zaidún (1003-1070) y los granadinos Ibn al-Jatib (1333-1375) e Ibn Zamrak (1333-1392), este último llamado «el poeta de la Alhambra» (Véase Emilio García Gómez: Cinco poetas musulmanes. Biografías y Estudios, Espasa-Calpe, Madrid, 1959 y del mismo autor: Ibn Zamrak, el poeta de la Alhambra, Patronato de la Alhambra, Granada, 1975).
Al-Andalus tuvo una enorme influencia en la composición de los romances españoles de gesta de los siglos XV y XVI. El siguiente romance popular, impreso en el Romancero de 1550, nos presenta al rey Juan II de castilla (1405-1454), a la vista de Granada, tomando informes del moro Ibn Ammar sobre los hermosos edificios de la ciudad. Luego dice:
«Allí habla el rey don Juan;
Bien veréis lo que decía:
"Granada, si tú quisieses,
Contigo me casaría:
Daréte en arras y dote
A Córdoba y a Sevilla
Y a Jerez de la Frontera,
Que cabe si la tenía.
Granada, si más quisieses,
Mucho más yo te daría".
Allí hablara Granada,
Al buen Rey le respondía:
—Casada só, el rey don Juan;
Casada, que no viuda;
El moro que a mí me tiene,Bien defenderme querría"».

El Cid

Va el link para entrar a la página de El Cid en la Universidad de Texas:

http//:www.laids.utexas.edu/cid/

Romances y otros géneros medievales

Cantiga (inspirada por el amor de una mora)
Alfonso Álvarez de Villasandino

Quien de linda se enamora
Atender debe perdón
En caso que sea mora.

El amor e la ventura
Me hicieron ir mirar
Muy graciosa criatura
De linaje de Agar;
Quien hablare verdat pura,
Bien puede decir que non
Tiene talle de pastora.

Linda rosa muy suave
Vi plantada en un vergel,
Puesta so secreta llave
De la linia de Ismael:
Maguer sea cosa grave,
Con todo mi corazón
La recibo por señora.

Mahomad el atrevido
Ordenó que fuese tal,
De aseo noble, complido,
Albos pechos de cristal:
De alabastro muy broñido
Debié ser con grant razón
Lo que cubre su alcandora.

Dióle tanta hermosura
Que lo non puedo decir;
Cuantos miran su figura
Todos la aman servir.
Con lindeza e apostura
Vence a todas cuantas son
De alcuña, donde mora.

Non sé hombre tan guardado
Que viese su resplandor,
Que non fuese conquistado
En un punto de su amor.
Por haber tal gasajado
Yo pornía en condición
La mía alma pecadora.


alcandora.(Del ár. hisp. alqandúra, y este del persa qanture).
1. f. p. us. Vestidura a modo de camisa, o la camisa misma.

Maguer: aunque

Alcuña: alcurnia


Cosante
Diego Hurtado de Mendoza
(1364-1404) (padre del marqués de Santillana)


A aquel árbol que mueve la hoja
Algo se le antoja.

Aquel árbol del bel mirar
Hace de maniera flores quiere dar:
Algo se le antoja.

Aquel árbol del bel veyer
Hace de maniera quiere florecer:
Algo se le antoja.

Hace de maniera quiere florecer:
Ya se demuestra; salidlas a ver:
Algo se le antoja.

Ya se demuestra; salidlas a mirar.
Vengan las damas las frutas cortar:
Algo se le antoja.

Ya se demuestra: venidlas a ver;
Vengan las damas las frutas coger:
Algo se le antoja.


Serranilla
Marqués de Santillana
(1398-1458) (nació en Carrión de los condes, Palencia)

Moza tan fermosa
Non vi en la frontera,
Como una vaquera
De la Finojosa

Faciendo la vía
Del Calatraveño
A Santa María,
Vencido del sueño
Por tierra fragosa
Perdí la carrera,
do vi la vaquera
De la Finojosa.

En un verde Prado
De rosas eflores,
Guardando ganado
Con otros pastores,
La vi tan graciosa
Que apenas creyera
Que fuese vaquera
De la Finojosa.

Non creo las rosas
De la primavera
Sean tan fermosas
Nin de tal manera,
Fablando sin glosa,
Si antes sopiera
D’aquella vaquera
De la Finojosa.

Non tanto mirara
Su mecha beldad,
Porque me dejara
En mi libertad.
Mas dije: “Donosa
(Por saber quiénera),
¿Dónde es la vaquera
De la Finojosa...?”

Bien como riendo
Dijo: “Bien vengades;
Que yo bien entiendo
Lo que demandadaes:
Non es deseosa
De amar, nin lo espera,
Aquesa vaquera
De la Finojosa”.

Romance de GERINELDO Y LA INFANTA

Gerineldo era un buen mozo,
siervo del rey muy querido.

Cuando sale del palacio,
de hacer allí su servicio,

en la puerta del palacio
la infanta lo ha perseguido:

- Gerineldo, Gerineldo,
mi Gerineldo querido,

¡quién te pillara esta noche
tres horas de mi albedrío!

- No se burle la señora
que criado vuestro he sido.

- No me burlo, Gerineldo,
que de veras te lo digo.

- Y ¿a qué hora, gran señora
se cumple lo prometido?

- Entre las doce y la una,
cuando el rey esté dormido.

Daba vueltas Gerineldo
daba vueltas al castillo.

Y cuando ya comprendió
que el rey estaba dormido

con pasito sigiloso
al cuarto la infanta ha ido.

La infanta que lo aguardaba:
- ¿Quién ha sido el atrevido?

- Gerineldo es, gran señora,
que vengo a lo prometido.

Lo ha cogido de la mano
y a su cama lo ha subido.

Se pusieron a luchar
como mujer y marido.

Con el trote de la lucha
los dos se quedan dormidos.

Llama el rey a Gerineldo
que le alargue su vestido.

Y unos dicen: no está en casa;
y otros dicen: no ha salido.

Y el rey, que lo sospechaba,
al cuarto la infanta ha ido.

Y si mato a Gerineldo,
tanto como lo he querido,

tan bien que me había
| servido.

Y si mato a la princesa
queda mi reino perdido.

Yo le meterémi espada
pa que sirva de testigo.

Con el frío de la espada
la infanta se ha estremecido:

- ¡Despiértate, Gerineldo,
mi Gerineldo querido,

que la espada de mi padre
con nosotros ha dormido!

- ¡Y qué podré hacer yo ahora
que no sea conocido!

Me marcho por los jardines
a pisar rosas y lirios.

- No te asustes, Gerineldo
y vuelve ya a tu servicio.

Gerineldo fue ante el rey
y la infanta lo ha seguido.

– Perdónalo, padre mío,
ya sabes lo sucedido.

Solamente yo deseo
me lo otorguéis por marido.

Y el rey, que lo deseaba,
el permiso ha concedido.

- Y así tendré Gerineldo
un hijo más muy querido.

Y celebraron su boda
muy llenos de regocijo.


Romance del enamorado y la Muerte (anónimo)

Un sueño soñaba anoche,
soñito del alma mía,
soñaba con mis amores,
que en mis brazos los tenía.
Vi entrar señora tan blanca,
muy más que la nieve fría.
¿Por dónde has entrado, amor?
¿Cómo has entrado, mi vida?
Las puertas están cerradas,
ventanas y celosías.
-No soy el amor, amante:
la Muerte que Dios te envía.
-Ay, Muerte tan rigurosa,
déjame vivir un día!
-Un día no puede ser,
una hora tienes de vida.
Muy de prisa se calzaba,
más de prisa se vestía;
ya se va para la calle,
en donde su amor vivía.
-¿Ábreme la puerta, blanca,
ábreme la puerta, niña!
-¿Cómo te podré yo abrir
si la ocasión no es venida?
Mi padre no fue al palacio,
mi madre no está dormida.
-Si no me abres esta noche,
ya no me abrirás, querida;
la Muerte me está buscando,
junto a ti vida sería.
-Vete bajo la ventana
donde labraba y cosía,
te echaré cordón de seda
para que subas arriba,
y si el cordón no alcanzare,
mis trenzas añadiría.
La fina seda se rompe;
la Muerte que allí venía:
-Vamos, el enamorado,
la hora ya está cumplida.


ROMANCE DE LA GUIRNALDA

—“Esa guirnalda de rosas,
hija, ¿quién te la endonara?”
—“Donómela un caballero
que por mi puerta pasara;
tomárame por la mano,
a su casa me llevara,
en un portalico oscuro
conmigo se deleitara,
echóme en cama de rosas
en la cual nunca fui echada,
hízome —no sé qué hizo—
que d’él vengo enamorada;
traigo, madre, la camisa
de sangre toda manchada.”
—“¡Oh sobresalto rabioso,
que mi ánima es turbada!
Si dices verdad, mi hija,
Tu honra no vale nada;
Que la gente es maldiciente,
Luego serás deshonrada.”
—“Calledes, madre, calledes,
calléis, madre muy amada.
Que más vale un buen amigo
Que no ser mal maridada.
Dame el buen amigo, madre,
Buen martillo y buena saya:
La que cobra mal marido
Vive malaventurada.”
—“Hija, pues queréis así,
Tú contenta, yo pagada.”


Romancero Gitano. Federico García Lorca

LA CASADA INFIEL (De Romancero Gitano, 1928)

a Lydia Cabrera y a su negrita

Y que yo me la llevé al río
creyendo que era mozuela,
pero tenía marido.

Fue la noche de Santiago
y casi por compromiso.
Se apagaron los faroles
y se encendieron los grillos.
En las últimas esquinas
toqué sus pechos dormidos,
y se me abrieron de pronto
como ramos de jacintos.
El almidón de su enagua
me sonaba en el oído,
como una pieza de seda
rasgada por diez cuchillos.
Sin luz de plata en sus copas
los árboles han crecido,
y un horizonte de perros
ladra muy lejos del río.

Pasadas las zarzamoras,
los juncos y los espinos,
bajo su mata de pelo
hice un hoyo sobre el limo.
Yo me quité la corbata.
Ella se quitó el vestido.
Yo el cinturón con revólver.
Ella sus cuatro corpiños.

Ni nardos ni caracolas
tienen el cutis tan fino,
ni los cristales con luna
relumbran con ese brillo.
Sus muslos se me escapaban
como peces sorprendidos,
la mitad llenos de lumbre,
la mitad llenos de frío.
Aquella noche corrí
el mejor de los caminos,
montado en potra de nácar
sin bridas y sin estribos.
No quiero decir, por hombre,
las cosas que ella me dijo.
La luz del entendimiento
me hace ser muy comedido.
Sucia de besos y arena
yo me la llevé del río.
Con el aire se batían
las espadas de los lirios.

Me porté como quien soy.
Como un gitano legítimo.
Le regalé un costurero
grande de raso pajizo,
y no quise enamorarme
porque teniendo marido
me dijo que era mozuela
cuando la llevaba al río.


ROMANCE SONÁMBULO (De Romancero Gitano, 1928)

A Gloria Giner y a Fernando de los Ríos

Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas le están mirando
y ella no puede mirarlas.

Verde que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha,
vienen con el pez de sombra
que abre el camino del alba.
La higuera frota su viento
con la lija de sus ramas,
y el monte, gato garduño,
eriza sus pitas agrias.
¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde...?
Ella sigue en su baranda,
verde carne, pelo verde,
soñando en la mar amarga.

Compadre, quiero cambiar
mi caballo por su casa,
mi montura por su espejo,
mi cuchillo por su manta.
Compadre, vengo sangrando,
desde los montes de Cabra.
Si yo pudiera, mocito,
ese trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
Compadre, quiero morir
decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser,
con las sábanas de holanda.
¿No ves la herida que tengo
desde el pecho a la garganta?
Trescientas rosas morenas
lleva tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele
alrededor de tu faja.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
Dejadme subir al menos
hasta las altas barandas,
dejadme subir, dejadme,
hasta las verdes barandas.
Barandales de la luna
por donde retumba el agua.

Ya suben los dos compadres
hacia las altas barandas.
Dejando un rastro de sangre.
Dejando un rastro de lágrimas.
Temblaban en los tejados
farolillos de hojalata.
Mil panderos de cristal,
herían la madrugada.

Verde que te quiero verde,
verde viento, verdes ramas.
Los dos compadres subieron.
El largo viento, dejaba
en la boca un raro gusto
de hiel, de menta y de albahaca.
¡Compadre! ¿Dónde está, dime?
¿Dónde está mi niña amarga?
¡Cuántas veces te esperó!
¡Cuántas veces te esperara,
cara fresca, negro pelo,
en esta verde baranda!

Sobre el rostro del aljibe
se mecía la gitana.
Verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Un carámbano de luna
la sostiene sobre el agua.
La noche se puso íntima
como una pequeña plaza.
Guardias civiles borrachos,
en la puerta golpeaban.
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar.
Y el caballo en la montaña.