5.9.12

Época árabe

El zéjel y la moaxaja

La poesía andalusí se plasmó mediante el zéjel y la moaxaja, relacionados con la música. La prosodia no clásica del zéjel (en árabe zaÿal "melodía"), que quebró la rígida estructura de la casida, constituye una contribución mayor de al-Andalus a la poesía islámica árabe. Su esquema más común se basa en un estribillo o jarcha ("salida") asonantado, sin número de fijo de versos, y una mudanza de cuatro versos, el último de los cuales rima con el estribillo.
El más importante de los poetas hispanomusulmanes que cultivaron el zéjel fue Ibn Quzmán (m. 1159), que introdujo el árabe vulgar y dialectal en lo que hasta entonces era un bastión del árabe literario. El zéjel estuvo vinculado al canto y la música y fue utilizado en numerosas cantigas galaico-portuguesas. También en la poesía provenzal se han encontrado estrofas con el mismo esquema métrico, todo lo cual hace pensar en que muy probablemente el zéjel estimuló la aparición de una lírica escrita ya en las distintas lenguas románicas.
La moaxaja (en árabe muwashshahat) es un poema de cinco o más estrofas que comprende un estribillo inicial o refrán, al que siguen tres versos con su propia rima y dos más que reproducen las rimas del estribillo inicial.
Los maestros más grandes de la moaxaja fueron el cordobés Ibn Zaidún (1003-1070) y los granadinos Ibn al-Jatib (1333-1375) e Ibn Zamrak (1333-1392), este último llamado «el poeta de la Alhambra» (Véase Emilio García Gómez: Cinco poetas musulmanes. Biografías y Estudios, Espasa-Calpe, Madrid, 1959 y del mismo autor: Ibn Zamrak, el poeta de la Alhambra, Patronato de la Alhambra, Granada, 1975).
Al-Andalus tuvo una enorme influencia en la composición de los romances españoles de gesta de los siglos XV y XVI. El siguiente romance popular, impreso en el Romancero de 1550, nos presenta al rey Juan II de castilla (1405-1454), a la vista de Granada, tomando informes del moro Ibn Ammar sobre los hermosos edificios de la ciudad. Luego dice:
«Allí habla el rey don Juan;
Bien veréis lo que decía:
"Granada, si tú quisieses,
Contigo me casaría:
Daréte en arras y dote
A Córdoba y a Sevilla
Y a Jerez de la Frontera,
Que cabe si la tenía.
Granada, si más quisieses,
Mucho más yo te daría".
Allí hablara Granada,
Al buen Rey le respondía:
—Casada só, el rey don Juan;
Casada, que no viuda;
El moro que a mí me tiene,Bien defenderme querría"».

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