8.9.11

Cosante

Diego Hurtado de Mendoza
(1364-1404) (padre del marqués de Santillana)


A aquel árbol que mueve la hoja
Algo se le antoja.

Aquel árbol del bel mirar
Hace de maniera flores quiere dar:
Algo se le antoja.

Aquel árbol del bel veyer
Hace de maniera quiere florecer:
Algo se le antoja.

Hace de maniera quiere florecer:
Ya se demuestra; salidlas a ver:
Algo se le antoja.

Ya se demuestra; salidlas a mirar.
Vengan las damas las frutas cortar:
Algo se le antoja.

Ya se demuestra: venidlas a ver;
Vengan las damas las frutas coger:
Algo se le antoja.

Serranilla

Marqués de Santillana
(1398-1458) (nació en Carrión de los condes, Palencia)

SERRANILLA

Moza tan fermosa
Non vi en la frontera,
Como una vaquera
De la Finojosa

Faciendo la vía
Del Calatraveño
A Santa María,
Vencido del sueño
Por tierra fragosa
Perdí la carrera,
do vi la vaquera
De la Finojosa.

En un verde Prado
De rosas eflores,
Guardando ganado
Con otros pastores,
La vi tan graciosa
Que apenas creyera
Que fuese vaquera
De la Finojosa.

Non creo las rosas
De la primavera
Sean tan fermosas
Nin de tal manera,
Fablando sin glosa,
Si antes sopiera
D’aquella vaquera
De la Finojosa.

Non tanto mirara
Su mecha beldad,
Porque me dejara
En mi libertad.
Mas dije: “Donosa
(Por saber quiénera),
¿Dónde es la vaquera
De la Finojosa...?”

Bien como riendo
Dijo: “Bien vengades;
Que yo bien entiendo
Lo que demandadaes:
Non es deseosa
De amar, nin lo espera,
Aquesa vaquera
De la Finojosa”.

Gerineldo y la infanta. Romance

GERINELDO Y LA INFANTA

Gerineldo era un buen mozo,
siervo del rey muy querido.

Cuando sale del palacio,
de hacer allí su servicio,

en la puerta del palacio
la infanta lo ha perseguido:

- Gerineldo, Gerineldo,
mi Gerineldo querido,

¡quién te pillara esta noche
tres horas de mi albedrío!

- No se burle la señora
que criado vuestro he sido.

- No me burlo, Gerineldo,
que de veras te lo digo.

- Y ¿a qué hora, gran señora
se cumple lo prometido?

- Entre las doce y la una,
cuando el rey esté dormido.

Daba vueltas Gerineldo
daba vueltas al castillo.

Y cuando ya comprendió
que el rey estaba dormido

con pasito sigiloso
al cuarto la infanta ha ido.

La infanta que lo aguardaba:
- ¿Quién ha sido el atrevido?

- Gerineldo es, gran señora,
que vengo a lo prometido.

Lo ha cogido de la mano
y a su cama lo ha subido.

Se pusieron a luchar
como mujer y marido.

Con el trote de la lucha
los dos se quedan dormidos.

Llama el rey a Gerineldo
que le alargue su vestido.

Y unos dicen: no está en casa;
y otros dicen: no ha salido.

Y el rey, que lo sospechaba,
al cuarto la infanta ha ido.

Y si mato a Gerineldo,
tanto como lo he querido,

tan bien que me había
| servido.

Y si mato a la princesa
queda mi reino perdido.

Yo le meterémi espada
pa que sirva de testigo.

Con el frío de la espada
la infanta se ha estremecido:

- ¡Despiértate, Gerineldo,
mi Gerineldo querido,

que la espada de mi padre
con nosotros ha dormido!

- ¡Y qué podré hacer yo ahora
que no sea conocido!

Me marcho por los jardines
a pisar rosas y lirios.

- No te asustes, Gerineldo
y vuelve ya a tu servicio.

Gerineldo fue ante el rey
y la infanta lo ha seguido.

– Perdónalo, padre mío,
ya sabes lo sucedido.

Solamente yo deseo
me lo otorguéis por marido.

Y el rey, que lo deseaba,
el permiso ha concedido.

- Y así tendré Gerineldo
un hijo más muy querido.

Y celebraron su boda
muy llenos de regocijo.

El enamorado y la muerte. Romance

Romance del enamorado y la Muerte (anónimo)

Un sueño soñaba anoche,
soñito del alma mía,
soñaba con mis amores,
que en mis brazos los tenía.
Vi entrar señora tan blanca,
muy más que la nieve fría.
¿Por dónde has entrado, amor?
¿Cómo has entrado, mi vida?
Las puertas están cerradas,
ventanas y celosías.
-No soy el amor, amante:
la Muerte que Dios te envía.
-Ay, Muerte tan rigurosa,
déjame vivir un día!
-Un día no puede ser,
una hora tienes de vida.
Muy de prisa se calzaba,
más de prisa se vestía;
ya se va para la calle,
en donde su amor vivía.
-¿Ábreme la puerta, blanca,
ábreme la puerta, niña!
-¿Cómo te podré yo abrir
si la ocasión no es venida?
Mi padre no fue al palacio,
mi madre no está dormida.
-Si no me abres esta noche,
ya no me abrirás, querida;
la Muerte me está buscando,
junto a ti vida sería.
-Vete bajo la ventana
donde labraba y cosía,
te echaré cordón de seda
para que subas arriba,
y si el cordón no alcanzare,
mis trenzas añadiría.
La fina seda se rompe;
la Muerte que allí venía:
-Vamos, el enamorado,
la hora ya está cumplida.

Romance de la guirnalda

Romance novelesco

ROMANCE DE LA GUIRNALDA

—“Esa guirnalda de rosas,
hija, ¿quién te la endonara?”
—“Donómela un caballero
que por mi puerta pasara;
tomárame por la mano,
a su casa me llevara,
en un portalico oscuro
conmigo se deleitara,
echóme en cama de rosas
en la cual nunca fui echada,
hízome —no sé qué hizo—
que d’él vengo enamorada;
traigo, madre, la camisa
de sangre toda manchada.”
—“¡Oh sobresalto rabioso,
que mi ánima es turbada!
Si dices verdad, mi hija,
Tu honra no vale nada;
Que la gente es maldiciente,
Luego serás deshonrada.”
—“Calledes, madre, calledes,
calléis, madre muy amada.
Que más vale un buen amigo
Que no ser mal maridada.
Dame el buen amigo, madre,
Buen martillo y buena saya:
La que cobra mal marido
Vive malaventurada.”
—“Hija, pues queréis así,
Tú contenta, yo pagada.”