8.9.11

Gerineldo y la infanta. Romance

GERINELDO Y LA INFANTA

Gerineldo era un buen mozo,
siervo del rey muy querido.

Cuando sale del palacio,
de hacer allí su servicio,

en la puerta del palacio
la infanta lo ha perseguido:

- Gerineldo, Gerineldo,
mi Gerineldo querido,

¡quién te pillara esta noche
tres horas de mi albedrío!

- No se burle la señora
que criado vuestro he sido.

- No me burlo, Gerineldo,
que de veras te lo digo.

- Y ¿a qué hora, gran señora
se cumple lo prometido?

- Entre las doce y la una,
cuando el rey esté dormido.

Daba vueltas Gerineldo
daba vueltas al castillo.

Y cuando ya comprendió
que el rey estaba dormido

con pasito sigiloso
al cuarto la infanta ha ido.

La infanta que lo aguardaba:
- ¿Quién ha sido el atrevido?

- Gerineldo es, gran señora,
que vengo a lo prometido.

Lo ha cogido de la mano
y a su cama lo ha subido.

Se pusieron a luchar
como mujer y marido.

Con el trote de la lucha
los dos se quedan dormidos.

Llama el rey a Gerineldo
que le alargue su vestido.

Y unos dicen: no está en casa;
y otros dicen: no ha salido.

Y el rey, que lo sospechaba,
al cuarto la infanta ha ido.

Y si mato a Gerineldo,
tanto como lo he querido,

tan bien que me había
| servido.

Y si mato a la princesa
queda mi reino perdido.

Yo le meterémi espada
pa que sirva de testigo.

Con el frío de la espada
la infanta se ha estremecido:

- ¡Despiértate, Gerineldo,
mi Gerineldo querido,

que la espada de mi padre
con nosotros ha dormido!

- ¡Y qué podré hacer yo ahora
que no sea conocido!

Me marcho por los jardines
a pisar rosas y lirios.

- No te asustes, Gerineldo
y vuelve ya a tu servicio.

Gerineldo fue ante el rey
y la infanta lo ha seguido.

– Perdónalo, padre mío,
ya sabes lo sucedido.

Solamente yo deseo
me lo otorguéis por marido.

Y el rey, que lo deseaba,
el permiso ha concedido.

- Y así tendré Gerineldo
un hijo más muy querido.

Y celebraron su boda
muy llenos de regocijo.

No hay comentarios.: