7.11.10

Simbolismo

Esta escuela poética nació en Francia en la segunda mitad del siglo XIX, como una reacción en contra del Parnasianismo y el romanticismo.

[Parnasianismo: movimiento literario también de la segunda mitad del siglo XIX que abraza la estética del arte por el arte en el plano social. Busca una belleza estática a través de una poesía descriptiva inspirada en motivos griegos y de la mitología clásica]

El simbolismo tuvo una influencia extraordinaria en toda la lírica europea posterior. El precursor del movimiento simbolista fue Baudelaire, y sus principales representantes fueron Verlaine, Rimbaud y Mallarmé.

Características del simbolismo

1. Los poetas buscan evocar impresiones, más que expresar ideas.
2. Sus imágenes, desprovistas de lógica originaron una poesía rebuscada y oscura.
3. Se proclamó una extrema libertad en la prosificación.
4. Representa una completa renovación poética. La inclinación hacia lo artificial y rebuscado, le valió el nombre de decadentismo.
5. Persiguió, ante todo, la música de las palabras.
6. Al contrario de la precisión de las descripciones, presenta el efecto de la evocación basada en la imagen: “no nombrar, sino sugerir”, dice Mallarmé.
7. El símbolo produce evocaciones o despierta la intuición del lector.
8. El símbolo se apoya en las correspondencias secretas de la naturaleza.


El Decadentismo es una corriente artística, filosófica y, principalmente, literaria que tuvo su origen en Francia en las dos últimas décadas del siglo XIX y se desarrolló por casi toda Europa y algunos países de América. La denominación de decadentismo surgió como un término despectivo e irónico empleado por la crítica académica, sin embargo, la definición fue adoptada por aquellos a quienes iba destinada.
Realidad económica y social
El decadentismo fue el reflejo artístico de la transición de la economía basada en la libre concurrencia a la economía de las grandes concentraciones financieras e industriales que se manifestó en un estancamiento económico que daría lugar a la renovación del sistema productivo, a la represión de las masas populares y la preocupación por las cuestiones de tipo social.
Charles Baudelaire.
[editar] La Literatura del decadentismo
Literariamente el decadentismo tuvo su inspiración en las doctrinas poéticas postrománticas, denominándose decadentes a todos aquellos escritores ligados a la herencia espiritual o formal de Baudelaire, considerado el padre espiritual del decadentismo. Baudelaire descubrió la correspondencia entre perfumes, sonidos y colores y la tenebrosa y profunda unidad de la naturaleza.
También influyó en el decadentismo Rimbaud, para quien el poeta debe hacerse vidente a través de un razonado desarreglo de los sentidos. Se trata de registrar lo inefable y para ello es preciso una alquimia verbal que, nacida de una alucinación de los sentidos, se exprese como alucinación de las palabras, al mismo tiempo, esas invenciones verbales tendrán el poder de cambiar la vida.
Para algunos, la alucinación de los sentidos a la que hacía alusión Rimbaud no excluía el recurso de lo que Baudelaire había definido como paraísos artificiales, es decir, las alucinaciones producidas por los estupefacientes.
Sin embargo, una de las mejores expresiones de este movimiento la refleja el verso de Verlaine: yo soy el imperio al fin de la decadencia. Precisamente Verlaine estuvo durante algún tiempo a la cabeza del movimiento, especialmente después de la publicación de Los poetas malditos (1884).
El decadentismo fue la antítesis del movimiento poético de los parnasianos y de su doctrina (inspirada en el ideal clásico del arte por el arte), a pesar de que Verlaine, uno de sus máximos exponentes del decadentismo, había sido en sus orígenes parnasiano. La fórmula pictórica y escultórica de los parnasianos (ut pictura poesis, según la norma de Horacio), se sustituye en el decadentismo por el ideal de la poesía, que tiende a la cualidad de la música.
El decadentismo arremete contra la moral y las costumbres burguesas, pretende la evasión de la realidad cotidiana, exalta el heroísmo individual y desdichado y explora las regiones más extremas de la sensibilidad y del inconsciente.
El esteticismo se acompañó, en general, de un exotismo e interés por países lejanos, especialmente los orientales, que ejercieron gran fascinación en autores como el francés Pierre Louÿs, en su novela "Afrodita" (1896) y en sus poemas "Las canciones de Bilitis" (1894). Así como en el también francés Pierre Loti o el inglés Richard Francis Burton, explorador y traductor de una polémica versión de "Las mil y una noches".
Pero la máxima expresión del decadentismo lo constituye la novela "A rebours" (A contrapelo), escrita en 1884 por el francés Joris Karl Huysmans, quien es considerado uno de los escritores más rebeldes y significativos del fin de siglo. La novela narra el estilo de vida exquisito del duque Jean Floressas des Esseintes, que se encierra en una casa de provincias para satisfacer el propósito de sustituir la realidad por el sueño de la realidad. Este personaje se convirtió en un modelo ejemplar de los decadentes, de tal manera que se consideran descendientes directos de Des Esseintes, entre otros, personajes como Dorian Gray, de Oscar Wilde, y Andrea Sperelli, de Gabriele D'Annunzio. "A rebours" fue definida por el poeta inglés Arthur Symons como el breviario del decadentismo.
También son considerados decadentes los franceses postsimbolistas Jean Lorrain, Madame Rachilde, Octave-Henri-Marie Mirbeau y, en cierta manera, Villiers De L'Isle-Adam, Stéphane Mallarmé y Tristan Corbière.
La revista Le Décadent, fundada en 1886 por Anatole Baju, sirvió como vehículo de expresión de este movimiento.
[editar] El decadentismo en Europa
En Gran Bretaña aparecen como representantes del decadentismo las figuras de Oscar Wilde, especialmente en su novela El retrato de Dorian Gray (1891), su maestro Walter Pater, que publicó una novela sagrada para su generación, Mario el epicúreo, y en 1887 Retratos imaginarios, Arthur Symons, autor del poemario El ángel rubio, Ernest Dowson y Lionel Johnson.
El italiano Gabriele D’Annunzio cultivó el elemento aristocrático típico del decadentismo, en su obra El placer. En sus poemas carga al mundo de sentimientos con una escritura fascinante, rica y sugerente.
[editar] El decadentismo en España y en Hispanoamérica
España e Hispanoamérica también se dejaron influir por esta actitud estético-literaria, y toda la poesía de fin de siglo responde a los ideales artísticos del arte por el arte. Así puede considerarse el modernismo del nicaragüense Rubén Darío y del mexicano José Juan Tablada. El decadentismo artístico fue mucho más persistente en América: Amado Nervo, Leopoldo Lugones, Mariano Azuela, César Vallejo, Horacio Quiroga y otros llenaron muchos años de la vida literaria suramericana y en ellos la nota francesa nunca estuvo ausente.
Esta renovación estética adquirió en España matices peculiares, y así aparece en las obras decadentistas de Manuel Machado y de la primera época de Juan Ramón Jiménez (en algunas obras como Ninfeas 1900), Francisco Villaespesa y el primer Valle-Inclán, en especial en su libro de versos Aromas de leyenda (1907), publicadas a partir de las experiencias vividas en la madrileña plaza de Vázquez de Mella. Son decadentistas aún mal estudiados los poetas Emilio Carrere y Alejandro Sawa; los novelistas Álvaro Retana, Antonio de Hoyos y Vinent y Joaquín Belda, y el cuentista peruano Clemente Palma. Algunos bohemios, como el prosista y drogadicto francés Enrique Cornuty y Pedro Barrantes también entrarían en este grupo.

Siguen dos poemas simbolistas

El barco ebrio

Jean Arthur Rimbaud
Mientras descendía por Ríos impasibles,
Sentí que los remolcadores dejaban de guiarme:
Los Pieles Rojas gritones los tomaron por blancos,
Clavándolos desnudos en postes de colores.
No me importaba el cargamento,
Fuera trigo flamenco o algodón inglés.
Cuando terminó el lío de los remolcadores,
Los Ríos me dejaron descender donde quisiera.
En los furiosos chapoteos de las mareas,
Yo, el otro invierno, más sordo que los cerebros de los niños,
¡Corrí! Y las Penínsulas desamarradas
Jamás han tolerado juicio más triunfal.
La tempestad bendijo mis desvelos marítimos.
Más liviano que un corcho dancé sobre las olas
Llamadas eternas arrolladoras de víctimas,
¡Diez noches, sin extrañar el ojo idiota de los faros!
Más dulce que a los niños las manzanas ácidas,
El agua verde penetró mi casco de abeto
Y las manchas de vinos azules y de vómitos
Me lavó, dispersando mi timón y mi ancla.
Y desde entonces, me bañé en el Poema
De la Mar, lleno de estrellas, y latescente,
Devorando los azules verdosos; donde, flotando
Pálido y satisfecho, un ahogado pensativo desciende;
¡Donde, tiñiendo de un golpe las azulidades, delirios
Y ritmos lentos bajo los destellos del día,
Más fuertes que el alcohol, más amplios que nuestras liras,
Fermentaban las amargas rojeces del amor!
Yo sé de los cielos que estallan en rayos, y de las trombas
Y de las resacas y de las corrientes:
¡Yo sé de la tarde, Del Alba exaltada como un pueblo de palomas,
Y he visto alguna vez, eso que el hombre ha creído ver!
¡Yo he visto el sol caído, manchado de místicos horrores.
Iluminando los largos flecos violetas,
Parecidas a los actores de dramas muy antiguos
Las olas meciendo a lo lejos sus temblores de moaré!
¡Yo soñé la noche verde de las nieves deslumbrantes,
Besos que suben de los ojos de los mares con lentitud,
La circulación de las savias inauditas,
Y el despertar amarillo y azul de los fósforos cantores!
¡Yo seguí, durante meses, imitando a los ganados
Enloquecidos, las olas en el asalto de los arrecifes,
Sin pensar que los pies luminosos de las Marías
Pudiesen frenar el morro de los Océanos asmáticos!
¡Yo embestí, sabed, las increíbles Floridas
Mezclando las flores de los ojos de las panteras con la piel
De los hombres! ¡Los arcos iris tendidos como riendas
Bajo el horizonte de los mares, en los glaucos rebaños!
¡Yo he visto fermentar los enormes pantanos, trampas
En las que se pudre en los juncos todo un Leviatán;
Los derrumbes de las aguas en medio de la calma,
Y las lejanías abismales caer en cataratas!
¡Glaciares, soles de plata, olas perladas, cielos de brasas!
Naufragios odiosos en el fondo de golfos oscuros
Donde serpientes gigantes devoradas por alimañas
Caen, de los árboles torcidos, con negros perfumes!
Yo hubiera querido enseñar a los niños esos dorados
De la ola azul, los peces de oro, los peces cantores.
-Las espumas de las flores han bendecido mis vagabundeos
Y vientos inefables me dieron sus alas por un momento.
A veces, mártir cansada de polos y de zonas,
La Mar cuyo sollozo hizo mi balanceo más dulce
Elevó hacia mí sus flores de sombra de ventosas amarillas
Y yo permanecía, al igual que una mujer, de rodillas...
Casi isla, quitando de mis bordas las querellas
Y los excrementos de los pájaros cantores de ojos rubios.
¡Y yo bogué, mientras atravesando mis frágiles cordajes
Los ahogados descendían a dormir, reculando!
O yo, barco perdido bajo los cabellos de las algas,
Arrojado por el huracán contra el éter sin pájaros,
Yo, a quien los Monitores y los veleros del Hansa
No hubieran salvado la carcasa borracha de agua;
Libre, humeante, montado de brumas violetas,
Yo, que agujereaba el cielo rojeante como una pared
Que lleva, confitura exquisita para los buenos poetas,
Líquenes de sol y flemas de azur;
Yo que corría, manchado de lúnulas eléctricas,
Tabla loca, escoltada por hipocampos negros,
Cuando los julios hacían caer a golpes de bastón
Los cielos ultramarinos de las ardientes tolvas;
¡Yo que temblaba, sintiendo gemir a cincuenta leguas
El celo de los Behemots y los Maelstroms espesos,
Eterno hilandero de las inmovilidades azules,
Yo extraño la Europa de los viejos parapetos!
¡Yo he visto los archipiélagos siderales! y las islas
Donde los cielos delirantes están abiertos al viajero:
-¿Es en estas noches sin fondo en las que te duermes y te exilas,
Millón de pájaros de oro, oh Vigor futuro?
¡Pero, de verdad, yo lloré demasiado! Las Albas son desoladoras.
Toda luna es atroz y todo sol amargo:
El acre amor me ha hinchado de torpezas embriagadoras.
¡Oh que mi quilla estalle! ¡Oh que yo me hunda en la mar!
Si yo deseo un agua de Europa, es el charco
Negro y frío donde, en el crepúsculo embalsamado
Un niño en cuclillas colmado de tristezas, suelta
Un barco frágil como una mariposa de mayo.
Yo no puedo más, bañado por vuestras languideces, oh olas,
Arrancar su estela a los portadores de algodones,
Ni atravesar el orgullo de las banderas y estandartes,
Ni nadar bajo los ojos horribles de los pontones.

Del "Spleen de París"

Charles Baudelaire

III
El «yo pecador» del artista
¡Cuán penetrante es el final del día en otoño! ¡Ay! ¡Penetrante hasta el dolor! Pues hay en él ciertas sensaciones deliciosas, no por vagas menos intensas; y no hay punta más acerada que la de lo infinito.
¡Delicia grande la de ahogar la mirada en lo inmenso del cielo y del mar! ¡Soledad, silencio, castidad incomparable de lo cerúleo! Una vela chica, temblorosa en el horizonte, imitadora, en su pequeñez y aislamiento, de mi existencia irremediable, melodía monótona de la marejada, todo eso que piensa por mí, o yo por ello -ya que en la grandeza de la divagación el yo presto se pierde-; piensa, digo, pero musical y pintorescamente, sin argucias, sin silogismos, sin deducciones.
Tales pensamientos, no obstante, ya salgan de mí, ya surjan de las cosas, presto cobran demasiada intensidad. La energía en el placer crea malestar y sufrimiento positivo. Mis nervios, harto tirantes, no dan más que vibraciones chillonas, dolorosas.
Y ahora la profundidad del cielo me consterna; me exaspera su limpidez. La insensibilidad del mar, lo inmutable del espectáculo me subleva... ¡Ay! ¿Es fuerza eternamente sufrir, o huir de lo bello eternamente? ¡Naturaleza encantadora, despiadada, rival siempre victoriosa, déjame! ¡No tientes más a mis deseos y a mi orgullo! El estudio de la belleza es un duelo en que el artista da gritos de terror antes de caer vencido.

Modernismo

Marco histórico y literario
1888. En. Chile los cuentos y poesías de Azul, de Rubén Darío, señalan el camino del modernismo.
1889. Se inaugura la Exposición Universal de París y, en ella, la torre Eiffel, símbolo del desarrollo técnico de la época.
Nacen el cinematógrafo, el telégrafo sin hilos, la aviación y el automovilismo.
1896. Rubén Darío publica en Buenos Aires dos libros: Los raros y Prosas profanas.
El modernismo, como escuela literaria, se difunde por América.
1898. Guerra hispano-norteamericana: España renuncia a su soberanía sobre
Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
Predominio del "art nouveau" como estilo de época.
Se denomina "art nouveau" a un estilo de la arquitectura y la decoración que predomina en Europa entre 1890 y 1910. El nombre deriva de una galería de decoración que se abrió en París en 1896, llamada Maison de l' Art Nouveau. Su motivo característico es la estilización de las formas vegetales, tal como se aprecia en la decoración de interiores, en las ilustraciones de libros y en las artes aplicadas (muebles y cristalería). El estilo "art nouveau", como el modernismo, opone ala industrialización en serie y al maquinismo una sensibilidad decidida- mente romántica.
1914. La "belle époque" desaparece con la Primera Guerra Mundial. Con el nombre de "belle époque" se conoce un período de esplendor efímero vivido por la burguesía europea de principios de siglo. Los inventos de la ciencia y la técnica crearon una ilusión de vitalidad en un mundo aparentemente feliz. Esa alegría de vivir de una sociedad próspera tuvo en París -"la ciudad luz"-, el epicentro de la modernidad, del arte nuevo, de una estabilidad que se derrumbaría con la guerra mundial iniciada en 1914.
La sociedad, la cultura y la economía mundial sufren las consecuencias del conflicto.
1916. Muere Rubén Darío, en Nicaragua, a los 49 años de edad. Su vida coincide con el esplendor y también la decadencia de un estilo de vida, de un movimiento literario y de una época.

.EL MODERNISMO COMO ESCUELA LITERARIA
Rasgos de estilo y rasgos de una nueva sensibilidad
El modernismo, como escuela literaria, carece de un "manifiesto" que determine los rasgos "a priori" del movimiento, y también de una fecha precisa de iniciación. La crítica, empero, ha coincidido en caracterizar los rasgos modernistas más visibles, tanto en la prosa como en la poesía, a partir de las dos últimas décadas del siglo XIX.
Por razones cronológicas se reconocen dos generaciones de escritores modernistas.. En la primera de ellas se ubican:
Manuel González Prada (Perú, 1848-1918) José Martí (Cuba, 1853-1895)
Manuel Gutiérrez Nájera (México, 1859-1895) Julián del Casal (Cuba, 1863-1893)
José Asunción Silva (Colombia, 1865-1896)

En la segunda generación, presidida por el genio de Rubén Darío, se destacan:

Ricardo Jaimes Freyre (Bolivia, 1868-1933) Amado Nervo (México, 1870.,1916)
Enrique González Martínez (México, 1871-1952) Guillermo Valencia (Colombia, 1873-1943) LeopoIdo Lugones (Argentina, 1874-1938)
Julio Herrera y Reissig (Uruguay, 1875-1910) José Santos Chocano (Perú, 1875-1934)

Los caracteres del modernismo que determinan su estilo se traducen en una sensibilidad que intenta una reforma y un nuevo lenguaje, asimilados a los modelos del simbolismo y el parnasianismo.
El parnasianismo es un movimiento literario que abraza 1a estética del arte por el arte en el plano social y defiende la impasibilidad de las formas en el plano del lenguaje. Busca una belleza estática, marmórea, a través de una poesía descriptiva inspirada en motivos griegos y de la mitología clásica. En Francia: T. Gautier, Catulle M.endés y Leconte de LisIe forman el "Parnaso Contemporario".

El simbolismo surge en Francia, entre 1870 y 1880, como reacción frente al parnasianismo y busca .la palabra pura que exprese en su musicalidad los estados del alma. El lenguaje no era el de la razón, sino el de la fantasía entretejida de símbolos. "El nexo lógico-sintáctico" del discurso es sustituido por un "nexo lírico-musical". Rimas, asonancias, aliteraciones, ritmos y sonoridades, irrumpen en el verso de los simbolistas para enriquecer las imágenes sensoriales. Baudelaire, Mallarmé y Paul Valéry toman sus "bienes de la música".
Entre los rasgos de estilo sobresale el deseo de dotar al verso de una "armonía verbal", como dijera Darío, eligiendo con rigor de artífices las palabras de mayor elegancia que, por su valor melódico y sonoro, sugirieran las tonalidades musicales de las formas.
Restaurada la palabra, que será centro de sensaciones plásticas, según los parnasianos, o de visiones musicales, como las que perseguían los simbolistas, los poetas y prosistas del modernismo inician audaces innovaciones métricas.
Es a través de la palabra, libre de los contenidos didácticos o meramente enunciativos de los neoclásicos o románticos, que surgen una concepción enriquecida del idioma y una visión aristocrática de la vida. El poeta modernista se siente dueño de una torre de marfil en donde no caben los prosaísmos de la vida cotidiana. Dice Darío: "Veréis en mis versos princesas, reyes, cosas imperiales, visiones de países lejanos e imposibles; ¡qué queréis!, yo detesto la vida y el tiempo en que me tocó nacer. .."
De esta idea del poeta separado del mundo vulgar, se alimenta la concepción de un arte para minorías, un arte desinteresado de otros fines que no fueran los del arte mismo.
Ese cultivo de un arte desinteresado en la primera etapa del modernismo, denominada "preciosista", será la respuesta de los creadores de este movimiento, ante el realismo y el materialismo positivista. La voluntad de ser artistas universales prepara los amplios caminos de la evasión frente a la realidad circundante. Nada de lo que se fragua en las literaturas europeas les será ajeno. Adoptan las tendencias parnasianas con su voluntad de formas impecables y marmóreas y la interioridad de la poesía hecha música que proclaman los simbolistas. Además, acentúan la concepción romántica del artista colocado por encima de los demás hombres como un héroe solitario:
¡Torres de Dios! ¡Poetas!
Pararrayos celestes
(Rubén Darío)
Los modernistas, despreocupados del realismo, buscan ciudades lejanas, mi- tos, símbolos y nombres exóticos que enriquezcan las formas puras de lo bello. Recogen el término "moderno" de los simbolistas franceses y constituyen un amplio movimiento intelectual y artístico, complejo y contradictorio. Es complejo
y contradictorio porque el modernismo, más que una escuela literaria, es "una época " que señala el cambio entre el siglo XIX y el siglo XX.

Definición. Admitiendo algunas generalizaciones, se han señalado las características más notorias del movimiento modernista a través de:
· La elaboración de las formas.
· Nuevos metros y nuevos ritmos.
· Amor a la elegancia.
· Exotismo y juego de la fantasía.
· Arte puro o desinteresado. .Preciosismo.


ETAPAS DEL MODERNISMO
· Transición del romanticismo al modernismo: 1882-1896
· Rubén Darío
· Triunfo del modernismo: 1896-1905
· Postmodernismo: 1905-1914
· Ultramodernismo: 1914-1932


DIRECCIONES DEL MODERNISMO:
LAS CONTRADICCIONES INTERNAS
La etapa preciosista y la etapa mundonovista
La amplitud de los límites cronológicos establecidos para fijar la iniciación y el fin del modernismo y la variedad de obras en prosa y verso de dos generaciones sucesivas, determinan orientaciones y direcciones contradictorias.
Por esta razón, se ha dicho que el modernismo es una época y no solamente un movimiento literario. A este movimiento se lo puede dividir en dos grandes etapas: la etapa preciosista y la etapa mundonovista.
En la primera, predominan los temas y símbolos exóticos. En la segunda, los modernistas vuelven sus ojos a la realidad americana y cantan temas nacionales.
Entre las contradicciones cabe señalar las siguientes: En la etapa preciosista, el modernismo es un arte de evasión poblado de princesas, ciudades lejanas, ambientes versallescos y símbolos de la antigüedad.
En la etapa mundonovista, comienza por descubrir las raíces hispánicas del arte americano y se compromete con los problemas sociales y políticos de su época.
El modernismo es un arte aristocratizante, aunque sus autores viven inmersos en la actividad pública a través del periodismo y la política, y a la vez un arte del presente, de la modernidad, pero sus temas proceden de una fusión con la cultura del pasado.
Por todo ello, se lo puede situar contradictoriamente entre la realidad y la evasión, lo americano y lo europeo, las formas preciosistas y la sencillez.
Las corrientes del modernismo
LA CORRIENTE EUROPEIZANTE
Tres grandes corrientes se advierten en el modernismo: la europeizante, la española y la americana.
La corriente europeizante nace con el deseo de ampliar las fronteras de la cultura hispánica y el propósito de lograr en América una estética novedosa que incluyera todos los temas tratados por la literatura europea.
Para algunos, como lo expresara José Martí, el conocimiento de esas literaturas extranjeras era el camino obligado para lograr la liberación de la literatura americana: "Conocer diversas literaturas es el medio mejor para libertarse de la tiranía de algunas de ellas". Para otros, como en el caso de Darío, porque estos escritores americanos se sienten y quieren ser ciudadanos del mundo contemporáneo.
El modernismo, desde esta adopción de síntesis de la cultura, se proyectar' .entonces como el comienzo de un gran movimiento de libertad continental.

Siguen dos poemas modernistas

Nocturno

José Asunción Silva


Una noche, una noche toda llena de murmullos, de perfumes y de músicas de alas;
una noche
en que ardían en la sombra nupcial y húmeda las luciérnagas fantásticas,
a mi lado lentamente, contra mí ceñida toda, muda y pálida,
como si un presentimiento de amarguras infinitas
hasta el más secreto fondo de las fibras te agitara,
por la senda florecida que atraviesa la llanura,
caminabas;
y la luna llena
por los cielos azulosos, infinitos y profundos esparcían su luz blanca;
y tu sombra
fina y lánguida,
y mi sombra,
por los rayos de la luna proyectadas,
sobre las arenas tristes
de la senda se juntaban,
y eran una,
y eran una,
y eran una sola sombra larga,
y eran una sola sombra larga,
y eran una sola sombra larga...
Esta noche
solo; el alma
llena de las infinitas amarguras y agonías de tu muerte,
separado de ti misma por el tiempo, por la tumba y la distancia,
por el infinito negro
donde nuestra voz no alcanza,
mudo y solo
por la senda caminaba...
Y se oían a lo lejos los ladridos de los perros a la luna,
a la luna pálida,
y el chirrido de las ranas...
Sentí frío. Era el frío que tenían en tu alcoba
tus mejillas y tus sienes y tus manos adoradas,
entre las blancuras níveas
de las mortuorias sábanas.
Era el ´río del sepulcro, era el hielo de la muerte,
era el frío de la nada.
Y mi sombra,
por los rayos de la luna proyectada,
iba sola,
iba sola,
iba sola por la estepa solitaria;
y tu sombra esbelta y ágil,
fina y lánguida,
como en esa noche tibia de la muerta primavera,
como en esa noche llena de murmullos, de `perfumes y de músicas de alas,
se acercó y marchó con ella,
se acercó y marchó con ella,
se acercó y marchó con ella... ¡Oh las sombras enlazadas!
¡Oh las sombras de los cuerpos que se juntan con las sombras de las almas!
¡Oh las sombras que se buscan en las noches de tristezas y de lágrimas!

Tarde del trópico

Rubén Darío

Es la tarde gris y triste.
Viste el mar de terciopelo
y el cielo profundo viste
de duelo.

Del abismo se levanta
la queja amarga y sonora.
La onda, cuando el viento canta,
llora.

Los violines de la bruma
saludan al sol que muere.
Salmodia la blanca espuma:
¡Miserere!

La armonía el cielo inunda,
y la brisa va a llevar
la canción triste y profunda
del mar.

Del clarín del horizonte
brota sinfonía rara,
como si la voz del monte
vibrara.

Cantares / Versión musicalizada

Joan Manuel Serrat
G Em C D4 D
G Em
Todo pasa y todo queda,
C D G
pero lo nuestro es pasar,
Em
pasar haciendo caminos,
C D G
caminos sobre la mar.
G Em
Nunca perseguí la gloria,
C D G
ni dejar en la memoria
C D
de los hombres mi canción.
G Em
Yo amo los mundos sutiles,
C D G
ingrávidos y gentiles
C D G
como pompas de jabón.
G Em
Me gusta verlos pintarse
C D G
de sol y grana, volar,
Em
bajo el cielo azul, temblar
C D G
súbitamente, y quebrarse...
Em C D
Nunca perseguí la gloria.
G F D C D C D C G
Recitado, con acordes de fondo:
G Em C D
Caminante, son tus huellas,
el camino y nada más.
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino,
sino estelas en la mar.
G F D C D C D C G
G Em
Hace algún tiempo, en ese lugar,
C D G
donde hoy los bosques se visten de espinos,
Em
se oyó la voz de un poeta gritar:
C D G
"¡Caminante, no hay camino,
C D G
se hace camino al andar!"
G Em C D G F D C D C D C
Golpe a golpe, verso a verso.
Murió el poeta lejos del hogar,
le cubre el polvo de un país vecino.
Al alejarse le vieron llorar.
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Golpe a golpe, verso a verso.
Cuando el jilguero no puede cantar,
cuando el poeta es un peregrino,
cuando de nada nos sirve rezar...
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
G Em C D
Golpe a golpe, verso a verso,
G Em C D
golpe a golpe, verso a verso,
G Em C D G F D C D C D C G
golpe a golpe, verso a verso.