7.11.10

Simbolismo

Esta escuela poética nació en Francia en la segunda mitad del siglo XIX, como una reacción en contra del Parnasianismo y el romanticismo.

[Parnasianismo: movimiento literario también de la segunda mitad del siglo XIX que abraza la estética del arte por el arte en el plano social. Busca una belleza estática a través de una poesía descriptiva inspirada en motivos griegos y de la mitología clásica]

El simbolismo tuvo una influencia extraordinaria en toda la lírica europea posterior. El precursor del movimiento simbolista fue Baudelaire, y sus principales representantes fueron Verlaine, Rimbaud y Mallarmé.

Características del simbolismo

1. Los poetas buscan evocar impresiones, más que expresar ideas.
2. Sus imágenes, desprovistas de lógica originaron una poesía rebuscada y oscura.
3. Se proclamó una extrema libertad en la prosificación.
4. Representa una completa renovación poética. La inclinación hacia lo artificial y rebuscado, le valió el nombre de decadentismo.
5. Persiguió, ante todo, la música de las palabras.
6. Al contrario de la precisión de las descripciones, presenta el efecto de la evocación basada en la imagen: “no nombrar, sino sugerir”, dice Mallarmé.
7. El símbolo produce evocaciones o despierta la intuición del lector.
8. El símbolo se apoya en las correspondencias secretas de la naturaleza.


El Decadentismo es una corriente artística, filosófica y, principalmente, literaria que tuvo su origen en Francia en las dos últimas décadas del siglo XIX y se desarrolló por casi toda Europa y algunos países de América. La denominación de decadentismo surgió como un término despectivo e irónico empleado por la crítica académica, sin embargo, la definición fue adoptada por aquellos a quienes iba destinada.
Realidad económica y social
El decadentismo fue el reflejo artístico de la transición de la economía basada en la libre concurrencia a la economía de las grandes concentraciones financieras e industriales que se manifestó en un estancamiento económico que daría lugar a la renovación del sistema productivo, a la represión de las masas populares y la preocupación por las cuestiones de tipo social.
Charles Baudelaire.
[editar] La Literatura del decadentismo
Literariamente el decadentismo tuvo su inspiración en las doctrinas poéticas postrománticas, denominándose decadentes a todos aquellos escritores ligados a la herencia espiritual o formal de Baudelaire, considerado el padre espiritual del decadentismo. Baudelaire descubrió la correspondencia entre perfumes, sonidos y colores y la tenebrosa y profunda unidad de la naturaleza.
También influyó en el decadentismo Rimbaud, para quien el poeta debe hacerse vidente a través de un razonado desarreglo de los sentidos. Se trata de registrar lo inefable y para ello es preciso una alquimia verbal que, nacida de una alucinación de los sentidos, se exprese como alucinación de las palabras, al mismo tiempo, esas invenciones verbales tendrán el poder de cambiar la vida.
Para algunos, la alucinación de los sentidos a la que hacía alusión Rimbaud no excluía el recurso de lo que Baudelaire había definido como paraísos artificiales, es decir, las alucinaciones producidas por los estupefacientes.
Sin embargo, una de las mejores expresiones de este movimiento la refleja el verso de Verlaine: yo soy el imperio al fin de la decadencia. Precisamente Verlaine estuvo durante algún tiempo a la cabeza del movimiento, especialmente después de la publicación de Los poetas malditos (1884).
El decadentismo fue la antítesis del movimiento poético de los parnasianos y de su doctrina (inspirada en el ideal clásico del arte por el arte), a pesar de que Verlaine, uno de sus máximos exponentes del decadentismo, había sido en sus orígenes parnasiano. La fórmula pictórica y escultórica de los parnasianos (ut pictura poesis, según la norma de Horacio), se sustituye en el decadentismo por el ideal de la poesía, que tiende a la cualidad de la música.
El decadentismo arremete contra la moral y las costumbres burguesas, pretende la evasión de la realidad cotidiana, exalta el heroísmo individual y desdichado y explora las regiones más extremas de la sensibilidad y del inconsciente.
El esteticismo se acompañó, en general, de un exotismo e interés por países lejanos, especialmente los orientales, que ejercieron gran fascinación en autores como el francés Pierre Louÿs, en su novela "Afrodita" (1896) y en sus poemas "Las canciones de Bilitis" (1894). Así como en el también francés Pierre Loti o el inglés Richard Francis Burton, explorador y traductor de una polémica versión de "Las mil y una noches".
Pero la máxima expresión del decadentismo lo constituye la novela "A rebours" (A contrapelo), escrita en 1884 por el francés Joris Karl Huysmans, quien es considerado uno de los escritores más rebeldes y significativos del fin de siglo. La novela narra el estilo de vida exquisito del duque Jean Floressas des Esseintes, que se encierra en una casa de provincias para satisfacer el propósito de sustituir la realidad por el sueño de la realidad. Este personaje se convirtió en un modelo ejemplar de los decadentes, de tal manera que se consideran descendientes directos de Des Esseintes, entre otros, personajes como Dorian Gray, de Oscar Wilde, y Andrea Sperelli, de Gabriele D'Annunzio. "A rebours" fue definida por el poeta inglés Arthur Symons como el breviario del decadentismo.
También son considerados decadentes los franceses postsimbolistas Jean Lorrain, Madame Rachilde, Octave-Henri-Marie Mirbeau y, en cierta manera, Villiers De L'Isle-Adam, Stéphane Mallarmé y Tristan Corbière.
La revista Le Décadent, fundada en 1886 por Anatole Baju, sirvió como vehículo de expresión de este movimiento.
[editar] El decadentismo en Europa
En Gran Bretaña aparecen como representantes del decadentismo las figuras de Oscar Wilde, especialmente en su novela El retrato de Dorian Gray (1891), su maestro Walter Pater, que publicó una novela sagrada para su generación, Mario el epicúreo, y en 1887 Retratos imaginarios, Arthur Symons, autor del poemario El ángel rubio, Ernest Dowson y Lionel Johnson.
El italiano Gabriele D’Annunzio cultivó el elemento aristocrático típico del decadentismo, en su obra El placer. En sus poemas carga al mundo de sentimientos con una escritura fascinante, rica y sugerente.
[editar] El decadentismo en España y en Hispanoamérica
España e Hispanoamérica también se dejaron influir por esta actitud estético-literaria, y toda la poesía de fin de siglo responde a los ideales artísticos del arte por el arte. Así puede considerarse el modernismo del nicaragüense Rubén Darío y del mexicano José Juan Tablada. El decadentismo artístico fue mucho más persistente en América: Amado Nervo, Leopoldo Lugones, Mariano Azuela, César Vallejo, Horacio Quiroga y otros llenaron muchos años de la vida literaria suramericana y en ellos la nota francesa nunca estuvo ausente.
Esta renovación estética adquirió en España matices peculiares, y así aparece en las obras decadentistas de Manuel Machado y de la primera época de Juan Ramón Jiménez (en algunas obras como Ninfeas 1900), Francisco Villaespesa y el primer Valle-Inclán, en especial en su libro de versos Aromas de leyenda (1907), publicadas a partir de las experiencias vividas en la madrileña plaza de Vázquez de Mella. Son decadentistas aún mal estudiados los poetas Emilio Carrere y Alejandro Sawa; los novelistas Álvaro Retana, Antonio de Hoyos y Vinent y Joaquín Belda, y el cuentista peruano Clemente Palma. Algunos bohemios, como el prosista y drogadicto francés Enrique Cornuty y Pedro Barrantes también entrarían en este grupo.

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